Lo sabía! Todo cambiaría ésta noche.
Desde que vi pasar la luciérnaga sabía que algo cambiaría mi vida.Después escuché las campanadas del templo pues hoy no hay misas por la tarde. Se volvió a confirmar mi sospecha.
Ahora se ve a lo lejos pasar una multitud de señoras con veladoras. Un buen amigo se acerca a decirme que todos están rezando por la inevitable muerte. Tú muerte!
En mi cabeza sabía que ese día llegaría pero ¿Por qué hoy?
Justo hoy que he planeado todo el día cómo te iba a hablar, qué me iba a poner, si iba a usar aquel collar que nos vio crecer.
Todo, todo estaba planeado.
Ahora me da terror ir a verte en tu lecho de muerte no lo creo conveniente para mi salud.
Todo esto lo narraba hacia mi, cuando de repente se escucha un grito desgarrador.
No cabía duda, su hora había llegado.
Sentí como si se congelara el tiempo, la luciérnaga estática frente a mi. Mis ojos enfocados en la nada, todo se ve borroso. Siento un nudo en el estómago, como si mis intestinos se subieran a mi boca. Todo se queda en silencio, pero un silencio incómodo del cual mi mente quiere escapar, no logro entender, me quedo ahí privada. Justo cuando siento que estoy por desplomarme siento una mano cálida en la espalda que me dirige a una banca y luego se retira.
Sigo sin escuchar.
Sólo puedo pensar en todos los momentos que hemos pasado juntos, las caricias, los besos, los abrazos, las lágrimas, las peleas, los arrebatos de estrés, los días de sensibilidad. En fin, tantas cosas que no han sido lo mismo desde que decidimos separarnos, ¿Por qué lo hicimos? esa siempre será la pregunta.
Ahora sólo está tu cadáver en éste triste lugar, no quiero verte así, prefiero recordarte como lo que fuiste y lo que fuimos. Así mi alma estará mejor. así será más fácil superarte. Sabiendo siempre que ya estas muerto. Pero que yo siempre te amaré y tu siempre me amaste.
Ya es de mañana y es momento de enterrarte muy profundo para que nadie te moleste más y puedas dormir profundo.
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